
Las empresas que ofrecen servicios legales sin abogados colegiados en Granada (y en España) carecen de credenciales para actuar ante los tribunales. Solo abogados y procuradores colegiados pueden representar legalmente a clientes. Estas empresas cometen intrusismo profesional, poniendo en riesgo los derechos de sus clientes, quienes no contarán con una defensa legal válida ni seguro de responsabilidad civil. Es crucial verificar la colegiación de los abogados antes de contratarlos y denunciar a las empresas que ofrecen servicios ilegales.

En Granada, como en España, la responsabilidad subsidiaria de empresas de abogados implica responder por deudas de empleados o asociados si estos son insolventes. Surge por negligencia de empleados (art. 1903 CC), deudas laborales, tributarias o contractuales. Para exigirla, se requiere deuda válida, incumplimiento e insolvencia del deudor principal, y vínculo legal con la empresa. Se evita actuando con diligencia, cumpliendo obligaciones y con seguros de responsabilidad civil. Las demandas se interponen en los juzgados competentes de Granada (primera instancia, social o contencioso-administrativo) según la materia.

La usurpación de identidad por un abogado es un delito grave con consecuencias penales y disciplinarias. Viola el Código Penal (usurpación de estado civil, intrusismo, falsedad documental, estafa), el Estatuto de la Abogacía (deberes esenciales, régimen disciplinario) y el Código Deontológico. Implica sanciones legales, expulsión del colegio de abogados, daños a la reputación y posible responsabilidad civil.

La usurpación de identidad es robar la identidad de alguien para cometer fraudes o delitos. Implica usar información personal ajena sin permiso, causando daños económicos, reputacionales y emocionales a la víctima. Se previene protegiendo la información personal, evitando el phishing, usando contraseñas seguras y monitoreando cuentas. Si eres víctima, denuncia a la policía y contacta a entidades financieras y agencias de crédito.

La responsabilidad civil es la obligación legal de reparar los daños causados a otra persona, ya sean materiales, personales o morales. Requiere una acción u omisión, un daño real, una relación de causa-efecto y, generalmente, culpa o negligencia. Puede ser contractual (incumplimiento de un contrato) o extracontractual (daño sin contrato previo). Un seguro de responsabilidad civil protege el patrimonio ante reclamaciones por daños.

Los detectives privados en España deben tener un seguro de responsabilidad civil obligatorio. Este seguro cubre errores, negligencias y daños a terceros, pero NO cubre delitos dolosos, acciones ilegales, o incumplimientos graves del contrato. Es crucial conocer las exclusiones de la póliza, ya que el seguro no se hará cargo de los daños derivados de estas situaciones.

Un detective privado puede perder su licencia (TIP) en España si es condenado por delitos dolosos graves, como falsedad, estafa o delitos contra la intimidad. La Ley de Seguridad Privada y el Código Penal establecen las incompatibilidades y sanciones. Tras una sentencia firme, la Dirección General de la Policía inicia un expediente y, si procede, revoca la licencia, impidiendo al detective ejercer y debiendo entregar su TIP.

Presentar pruebas o testimonios falsos por detectives privados en juzgados españoles es un delito grave con severas consecuencias. Incurre en falsedad documental, falso testimonio, e incluso estafa, según el Código Penal. Además, viola la Ley de Seguridad Privada, pudiendo perder la licencia y enfrentar multas. Tanto el detective como quien instigue la falsificación pueden ser responsables penal, civil y administrativamente. Es crucial denunciar cualquier sospecha de manipulación de pruebas.

En España, los detectives privados son profesionales regulados por la Ley de Seguridad Privada. Para ejercer, deben obtener una licencia (TIP) del Ministerio del Interior, cumpliendo requisitos de nacionalidad, formación específica (cursos de Director de Seguridad y Detective Privado), superar exámenes, y carecer de antecedentes penales. Su función principal es la investigación privada en ámbitos como el económico, laboral y mercantil, pero con límites: no pueden investigar delitos perseguibles de oficio, ni usar métodos ilegales, respetando la privacidad. El incumplimiento de la normativa conlleva sanciones, y existen Colegios Profesionales que promueven la ética y profesionalidad. En resumen, es una profesión regulada para garantizar legalidad y respeto a los derechos.

La comunicación a los clientes sobre ciberataques es un aspecto crítico en la gestión de incidentes de seguridad, y está fuertemente regulada, especialmente en lo que respecta a tiempos y plazos. Tanto el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) como la Directiva NIS2 (y su transposición a la legislación nacional) establecen obligaciones claras en este sentido.